Bioética: Quo vadis? Veinte tesis

Resumen

En el marco del 40º aniversario del Institut Borja de Bioètica-URL se organizó una jornada con el título 40 años haciendo bioética junto a las personas. En este contexto de celebración el Dr. Javier de la Torre, director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas, fue invitado a impartir la conferencia Bioética: Quo vadis? Veinte tesis donde esbozó las perspectivas del futuro de la bioética. A su parecer, los rasgos más importantes de la bioética de las próximas décadas en nuestro contexto serán una mayor conciencia de la complejidad de los temas y de la dificultad de articular la interdisciplinariedad, un mayor grado de especialización y profesionalización, una mayor presencia de las dimensiones sociales y culturales, la investigación de nuevas fundamentaciones filosóficas, una preocupación más grande en los temas del final de la vida y del envejecimiento y una bioética desarrollada por equipos e instituciones comprometidas más que por figuras individuales. Según sus palabras, "en este futuro, sin duda, el Institut Borja de Bioètica tendrá, tanto a Europa como en el contexto Iberoamericano, un lugar privilegiado y una voz cualificada."

Publicado
7 | 9 | 2023
Javier de la Torre

Director de la Cátedra de Bioética y del Máster en Bioética de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid)

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Bioètica & Debat

Este artículo ofrece una reflexión personal, interesante y original sobre las tendencias de futuro de la bioética española, portuguesa e Iberoamericana. Entre estas tendencias, resumidas en veinte tesis, se destaca que la bioética de los próximos años será: más consciente de sus propios límites, más filosófica, más virtual, más internacional, más inclusiva, más social, con más presencia femenina, más ecológica, más abierta al transcendente…

1-Mayor conciencia de complejidad y de los límites de las propias perspectivas. Vamos en el siglo XXI hacia una nueva sabiduría que nos proporcione la capacidad de enfrentar la falta de certeza y de seguridad, y de afrontar las dudas y los riesgos. Será necesario aprender el arte de no saber, el arte de poder no tener la razón (A. Domingo Moratalla).

2-Más especializada, más profesional, con mayor rigor y más humilde. Es tal la complejidad de los temas que ya nadie pretende conocer todos los temas. Unos se sitúan en el bioderecho, otros hablan de biomedicina y biotecnología, algunos cultivan la bioética teológica. Y dentro de estos ámbitos algunos se centran más en el principio de la vida, otros en el final, otros en la ecología, algunos en los sistemas sanitarios y la salud pública, etc. La mayor formación en bioética de las actuales generaciones, muchos de ellos con máster o doctorado en Bioética, está haciendo que las investigaciones y reflexiones sean más rigurosas, más académicas y especializadas. 

3-Mayor dificultad de integrar y cultivar la interdisciplinariedad. Somos más conscientes de la dificultad de la integración de los saberes y de la dificultad de los diálogos entre las diversas disciplinas. Muchos años de seminarios, congresos y encuentros han desvelado la dificultad de salir cada uno de su especialización y perspectiva. Nadie niega la apertura de todos a otros lenguajes, pero también se constata las pocas personas que hablan desde varias disciplinas, que tienen bien integradas las perspectivas. Hay, como dice MacIntyre, pocos habitantes de frontera, pocos que sepan hablar de verdad desde varias disciplinas con profundidad. Todos somos más abiertos, pero pocos han dejado de pensar y vivir desde su tierra de origen y solo algunos integran dos lenguajes o dos disciplinas.

4-Más allá del principialismo. Desde 1980 al año 2000 se dio una asunción del principialismo por gran parte de nuestros bioeticistas. Bien es verdad que también ha habido una minoría de bioeticistas que desde siempre han mantenido un rechazo un poco visceral y reactivo al principialismo. Por eso hoy nos encontramos todos más allá del principialismo, pero unos hemos pasado por él y otros siempre le han dado de lado –con un enorme riesgo de unilateralidad en sus planteamientos-. En ese más allá del principialismo hay, como ya nos enseñaron J. Ferrer y J. C. Álvarez en su magnífico libro Para fundamentar la bioética, un mayor cultivo de la ética del cuidado, de las éticas de la virtud, de las éticas de la responsabilidad, de las éticas hermenéuticas, de las éticas de la alteridad, de las éticas de la compasión, de las éticas feministas, etc.

5-Vuelta a la ética filosófica. Si en un momento S. Toulmin afirmó que la bioética salvó a la ética (How medicine saves the life of ethics) de su abstracción y excesivo análisis lingüístico y conceptual, ahora se está en un momento donde se hace esencial la vuelta a los fundamentos morales. Por eso, para muchos es esencial volver a los grandes referentes que son los grandes filósofos morales de finales del siglo XX: Jonas, Levinas, Ricoeur, MacIntyre, Sandel, Taylor, Habermas, Apel, etc.

El tema del perfeccionamiento humano y del deseo de desarrollarse será un tema de reflexión ética insoslayable dentro de la tarea de preguntarse por lo humano y por lo que nos humaniza en una bioética que ya no solo piensa en un contexto hospitalario

 6-Más antropológica e integradora. Hay hoy una mayor preocupación por reflexionar sobre la integridad del ser humano más allá de “lo genético” y “del cerebro”. Muchos debates de las neurociencias, del posthumanismo y del human enhacement están desafiando una imagen tradicional de ser humano. La bioética ante estos desafíos se confronta con el significado de lo humano. Los debates entre J. Habermas y P. Sloterdijk son muy elocuentes. El tema del perfeccionamiento humano y del deseo de desarrollarse será un tema de reflexión ética insoslayable dentro de la tarea de preguntarse por lo humano y por lo que nos humaniza en una bioética que ya no solo piensa en un contexto hospitalario, sino en laboratorios, en empresas de biotecnología, en asociaciones de pacientes, en ministerios de salud pública, en residencias de mayores, en hogares con enfermos de larga duración, etc.   

7-Más virtual y menos de territorios. Hoy vivimos en una sociedad en red lo cual posibilita que muchas veces sea más fácil organizar una investigación o una publicación con una universidad extranjera que con las personas que viven en la propia ciudad. Hoy han quebrado en España la mitad de los másteres presenciales, pero todavía se mantienen muchas ofertas a distancia y de formación on line. Este año en España, las ventas de libros on line han superado a los libros en papel. Lo mismo ha ocurrido con las publicaciones en papel de bioética. Se han multiplicado los títulos, pero el impacto de la mayoría de las publicaciones es muy minoritario, quitando unos pocos títulos que pueden pasar de 3.000 ejemplares vendidos. La bioética del futuro de las próximas décadas, sin duda, será una bioética más virtual que de territorios físicos.

8-Más internacional y menos anglosajona. La bioética del futuro irá, por esta globalización y trabajo en red, favoreciendo la integración de las reflexiones y voces de otros continentes y mundos lingüísticos. Escucharemos más la voz de Asia, Iberoamérica y África. Se hará más bioética en chino, en árabe y en español. No extraña, por lo tanto, que la última edición de la Enciclopedia de Bioética haya incluido más artículos con perspectivas de otros países. Por ejemplo, aparece la visión hinduista del aborto, la bioética en el África subsahariana o la bioética en Japón. El papel de la reflexión desde los organismos internacionales será también muy importante (OMS, UE). 

9-Más de equipos que de figuras individuales. Hemos pasado de un modelo de bioética muy centrado en grandes maestros (Diego Gracia, Francesc Abel, Javier Gafo, Carlos Romeo, Daniel Serrâo, Walter Osswald, Luis Archer,  Alfonso Llano, José Alberto Mainetti, etc.) a formas de trabajo más en equipo. La bioética es hoy, y será todavía más en el futuro, una disciplina que solo se podrá cultivar y trabajar en equipo. Habrá equipos que funcionen, trabajen e investiguen bien y otros que no tanto.

La bioética del s. XXI estará menos centrada en la ética médica, más descentrada de los profesionales de la salud y posiblemente concederá mayor atención y escucha a los pacientes en un sentido amplio

10-Más social e inclusiva. La bioética del s. XXI estará menos centrada en la ética médica, más descentrada de los profesionales de la salud y posiblemente concederá mayor atención y escucha a los pacientes en un sentido amplio. Será más inclusiva en el sentido de otorgar mayor preocupación a los menores, las minorías étnicas y culturales, los pacientes y cuidadores, los usuarios del sistema de salud. Será una visión más amplia en la medida que integre y profundice la perspectiva del paciente y sus derechos. 

11-Mayor presencia femenina no solo en la reflexión y en las publicaciones, sino en la gestión de los centros de bioética y en la dirección de equipos de investigación, cátedras, institutos, programas de doctorado y postdoctorado, etc. Muchos centros importantes de Bioética ya están siendo dirigidos por mujeres como el Institut Borja, el Instituto de Bioética de la Universidad Católica de Portugal o el Kennedy Institute. Esto inevitablemente llevará muchos cambios. Uno muy claro será una mirada más amplia y más honda de los temas de reproducción humana, aborto, control de natalidad y de los cuidados de la salud.

12-Más preocupada por la equidad global, por la justicia y la distribución del poder. Preocuparán más que ahora las inequidades estructurales relacionadas con la salud y su relación con la raza, el género, la edad, la sexualidad, la población, la nacionalidad o la extranjería, etc. No en vano en la última edición de la Enciclopedia de bioética aparecen artículos sobre el racismo, el socorro humanitario, la identidad de género y las armas nucleares.

13-Más preocupada por el envejecimiento, las dolencias crónicas y los cuidados de larga duración que se derivan de una mayor esperanza de vida en todo el planeta. El aumento de la esperanza de vida en más de una década de media en todo el planeta en los últimos cincuenta años es un desafío para todos. Esto conlleva que un tema claramente de futuro serán las demencias vinculadas a los mayores (Alzheimer, etc.) y la importancia de ir sabiendo envejecer.

14-Mayor peso de las instituciones. Hay ya una cierta consolidación institucional de la bioética en muchos lugares. Ya hay en muchos países cátedras, institutos, asociaciones, centros de reflexión, etc. Ya no es tanto el momento de iniciar proyectos como de continuarlos o reformularlos. Los nuevos liderazgos se están ejerciendo y se ejercerán por personas que trabajan en equipo para consolidar y renovar institucionalmente los diversos centros de bioética.

15-Más pluralidad y fragmentación y mayor dificultad de articular discursos y espacios comunes. Se hacen difíciles los diálogos amplios. La mayoría de las reflexiones se hacen desde determinados planteamientos que excluyen a determinadas personas. Se hace muy difícil integrar la variedad de planteamientos y se termina por integrar a los más afines, a los amigos morales y se suele olvidar a los extraños morales, en terminología de T. Engeldhart. En las futuras décadas tendremos mayor necesidad de establecer esos puentes que tanto anheló Potter.

16-Mayor privatización de los debates bioéticos y dificultad de influencia en los debates políticos. La influencia de los especialistas en bioética en el poder político y en la legislación es cada vez menor. Hay una juridificación de los temas y una mirada un poco sospechosa de los juristas y políticos sobre los bioeticistas por su abstracción, complejidad, lentitud, ambigüedad y falta de pragmatismo. Llama la atención en nuestros contextos iberoamericanos, en general, el poco peso de la reflexión de los bioeticistas en la política y la legislación, y la poca presencia de nuestras voces en las decisiones jurídicas y políticas sobre el aborto, la clonación terapéutica o la eutanasia, por poner tres ejemplos.

Se pasará de una bioética más centrada en la autonomía del médico y del paciente, en la conciencia individual y casos concretos, a una bioética más “macro”, preocupada por la mejora de los sistemas de salud, de las instituciones y por el bien público de la salud

17-Más preocupada por la salud pública y las políticas públicas. A pesar de lo anterior, habrá en los bioeticistas una mayor conciencia política, aunque probablemente en una dirección menos jurídica, menos concreta y más de gestión y de políticas de salud pública globales. Los bioeticistas son hoy más conscientes del peso del poder político en la reforma de la sanidad, la mejora de la calidad, la distribución de recursos, el modelo de sistema sanitario que se persigue y de la importancia de la política ante las epidemias o las cuestiones de salud ambiental. Se pasará de una bioética más centrada en la autonomía del médico y del paciente, en la conciencia individual y casos concretos, a una bioética más “macro”, preocupada por la mejora de los sistemas de salud, de las instituciones y por el bien público de la salud. 

18-Más ecológica. La crisis económica ha puesto en primer lugar el problema de los recursos limitados y la sostenibilidad de los modelos de nuestros sistemas de salud. La crisis ecológica ha puesto en entredicho nuestros modos de vida consumistas y de despilfarro. La profunda relación entre lo individual, lo social, lo económico y lo ecológico está cada vez más presente en nuestras convicciones básicas. Esto afectará a la bioética aún más en el futuro y muy especialmente en Iberoamérica, donde contamos con muchos países con una gran riqueza ecológica.  

19-Más abierta al sentido y a lo trascendente. Si en la década de los 90 del pasado siglo XX en Estados Unidos se volvió a introducir lo religioso en la bioética después de dos décadas de secularización, en Iberoamérica el fenómeno ha sido distinto. En España y Portugal están todavía bajo el paraguas de la secularización de la bioética en la mayoría de los foros, aunque es de esperar que dentro de unas décadas se pueda integrar la reflexión bioética desde las tradiciones religiosas con mayor normalidad y serenidad. En América Latina conviven algunos espacios más secularizados con un continente todavía profundamente religioso, y aunque se adivina una mayor secularización en algunos contextos, también se percibe que los conflictos por las diferencias religiosas serán mejor integrados que en otras partes del planeta (mundo árabe) y que sus sociedades seguirán estando abiertas a lo trascendente. 

20-Mayor preocupación por llegar a la gente y divulgar la bioética. Se están estableciendo puentes entre bioética y cine, bioética y literatura, bioética y medios de comunicación. Hay publicaciones que intentan hacer accesibles al gran público la reflexión de los especialistas mediante introducciones a la bioética y sus principales cuestiones, utilizando casos, narraciones, preguntas, esquemas, etc. Contamos ya con una buena fuente de recursos para hacer pedagogía sobre estos temas. La pedagogía de la bioética tendrá un mayor peso en el futuro.

Estos son una serie de apuntes y esbozos de lo que puede ser el futuro de la bioética y hacia dónde parece que nos lleva el presente desde la perspectiva limitada del que escribe. De lo que sí estoy seguro es de que en ese futuro estará el Institut Borja de Bioètica, pues no solo fue este el primer centro de Bioética en Europa, no solo ha realizado una gran labor de docencia, investigación y divulgación en estos años, sino que está llamado a tener una palabra “cargada de esperanza y de futuro” en las siguientes décadas de la bioética.