De otra manera. En un mundo mejor
Profesor de filosofía moral de la Universidad Complutense de Madrid
La bioética no es solo un método, una práctica, un saber… es algo más; aspira a otro mundo, o quizás tan solo a hacer éste algo mejor, que no es poco. En este afán, no puede menos que aliarse con el gran imaginario de nuestra época que es el cine. La bioética vive y se nutre de muchos recursos, pero probablemente uno de los más importantes y nucleares es la imaginación. El cine, lugar de imaginación, no deja de ser, por tanto, un laboratorio en el que configurar el juicio ético. La bioética ha de buscar, modesta, prudente y responsablemente, un mundo mejor.
En un mundo mejor es precisamente una de las últimas grandes películas europeas que ha abordado la tarea de iluminar la forma en que podemos hacer un mundo mejor. Y lo ha hecho sin simplificaciones, sin angelismo, de una forma honesta, vigorosa y valiente. La película fue dirigida en 2010 por Susanne Bier y recibió, merecidamente, el premio a la mejor película en lengua no inglesa en la edición de los Oscar de 2011. Tras su paso por las grandes salas, ha llegado el momento de su contemplación en televisión, en otras pantallas; ha llegado el momento de convertirse también en laboratorio moral, en una magnífica oportunidad para ejercitar el juicio ético.
La película se compone de dos hilos narrativos unidos por un mismo personaje, Anton. Dos hilos narrativos y dos mundos: un ‘angustiado’ lugar africano y una ‘tranquila’ ciudad danesa. Anton es médico y pasa largas temporadas en un campo de refugiados en África. También está casado con Marianne, aunque a punto de separarse. Y tiene dos hijos. Uno de ellos, Elías, el mayor, objeto de acoso escolar, que es defendido por un recién llegado a la ciudad, Christian. Por su parte, éste acaba de vivir el fallecimiento de su madre a causa de un cáncer; la situación no la ha superado aún.
La trama doble no deja de plantearnos problemas que hemos de considerar desde la perspectiva ética (y bioética). Por un lado, en la tranquila ciudad danesa, nos encontramos con unos niños que viven en el colegio presiones de todo tipo, una violencia sorda y a veces también manifiesta. ¿Cómo afrontar el acoso escolar? ¿Con qué estrategias? Los dos jóvenes protagonistas, Elías y Christian, se encuentran en situaciones familiares complejas; el primero echa de menos a su padre, frecuentemente en África, el segundo vive con su padre a quién “acusa” de la muerte de su madre. ¿Cómo hacer frente a la muerte de una madre, con tan pocos años? ¿Cómo han de constituirse los nuevos, y no tan nuevos, modelos familiares? ¿Cómo “ser madre”, “ser padre”, “ser hijo”, etc., en una sociedad que se ha vuelto tan compleja? Y por otro lado, África, donde los casos que se le presentan a Anton son cada vez más difíciles, los medios más escasos, y la violencia más presente.
Dos acontecimientos, uno en cada uno de estos mundos alejados, requerirán la acción del protagonista. Y nosotros, espectadores, con él –a su lado– nos sentiremos llamados a tomar empáticamente una decisión. Por un lado, en la ‘tranquila’ ciudad danesa, Antón separa a su hijo menor de un conato de pelea con otro niño; a este gesto, responde el padre del otro chico con violencia; y cuando quiere mostrar a Elías y Christian que la mejor manera de afrontar los conflictos es hablar, recibe como respuesta más violencia, en esta ocasión física, por parte del padre del otro niño. La situación provoca la reacción de Elías y de Christian: quizás lo que haya que hacer con la gente así sea “darle una lección”, y no simplemente poner la otra mejilla o ir con buenas palabras. Por otro lado, en África, Anton atiende a mujeres mutiladas por un cacique del lugar; en esta situación de continuas luchas y peleas, ese cacique cae herido y es llevado ante Anton para que lo atienda. Tiene nuestro protagonista, y nosotros con él, el problema de cómo atender a un hombre que es el responsable de matanzas y crímenes que están llenando su hospital de campaña de dolor y sufrimiento.
El gran tema que se plantea es cómo responder a la violencia. Por un lado, se puede responder, muy humanamente, con la “acción proporcional”, es decir, con la revancha, el “darle su merecido” o, dicho de otra manera, la venganza (“Venganza” es el título original, en danés, de la película). Por otro lado, se puede responder de “otra manera”, mediante un gesto no violento, a través del diálogo. Esta es la opción seguida por el protagonista. Sin embargo, los niños quieren “darle un escarmiento”, “su merecido”, a aquel que ha obrado mal. Y por otro lado, el propio Anton no puede menos que echar al cacique criminal de su hospital de campaña, y dejarlo en manos de los que le darán una paliza hasta matarlo, y actuar así de una forma muy comprensible, muy humanamente.
La venganza parece ser lo que mueve el mundo: “ojo por ojo, diente por diente”. La propuesta que nos da que pensar la película, en su complejidad ética y antropológica, es que quizás se pueda, se deba, responder de otra manera. En definitiva, son dos lógicas las que se encuentran enfrentadas: por un lado, la lógica de la equivalencia, por otro, la lógica del don (o sobreabundancia) –utilizando las expresiones del filósofo Paul Ricoeur–. La primera nos liga irremediablemente al mal, la segunda busca hacer aparecer la bondad posible; las dos, “muy humanas”, pero una es, en el fondo, deshumanizadora y la otra, sin embargo, humanizadora. Una es más cómoda, la otra requiere esfuerzo y voluntad. Si nuestra respuesta sólo es la violencia o la venganza, ¿qué mundo estamos construyendo?
¿No responde también la bioética al esfuerzo por hacer un poco mejor las cosas, hacer las cosas de otra manera?
La respuesta positiva no es un gran “proyecto utópico”, ni una “gran propuesta salvadora de la humanidad”; constituye, sin embargo, los pequeños gestos “enormes” que contribuyen a una humanidad mejor. Y aunque lo parezca, no hemos salido de la bioética. La bioética, igual que este trasfondo ético que la película esboza, trata también de las pequeñas cosas, de las acciones cotidianas con las que vamos construyendo el mundo, de la lógica de nuestro quehacer vital y profesional. ¿No responde también la bioética al esfuerzo por hacer un poco mejor las cosas, hacer las cosas de otra manera?
La bioética no es solo el aprendizaje de conocimientos en torno a la ética y las disciplinas clínico-científicas, ni procedimientos en torno a la toma de decisiones o balance de riesgos, ni siquiera la adquisición de ciertas actitudes de ciertos grupos de profesionales o de toda la ciudadanía. Es también, en definitiva, un esfuerzo por hacer, con esos medios (¡que son importantes!), “un mundo mejor”. Quizá sea difícil, pero no hemos de dejar de intentarlo, y hemos de poner todo nuestro saber, nuestra responsabilidad y nuestra imaginación en esta tarea. Sin duda, con este aliento, podemos pensar que la bioética no es solo una ética aplicada, sino el nombre de la ética a la altura de nuestra época, que requiere compromiso y esfuerzo. Nuestro amigo y maestro Francesc Abel fue, sin lugar a dudas, un hombre que procuró, en su quehacer vital y bioético, un mundo más habitable donde se realizara esa utopía a través de las pequeñas grandes acciones, haciendo las cosas “de otra manera”.
Con su recuerdo, en su homenaje, comenzamos esta andadura, uniendo cine y bioética, intentando hacer corresponder imaginación narrativa y responsabilidad ética. Quizás sea la gratitud (más allá de la venganza) el gran ideal que la propuesta de esta película de Susanne Bier nos ofrece para la reflexión. La gratitud, posiblemente, sea uno de los valores para construir “un mundo mejor”. Creo que Francesc Abel no diferiría de esta opinión.
Ficha técnica:
Título: En un mundo mejor
Directora: Susanne Bier
Guión: Anders Thomas Jensen i Susanne Bier
Año: 2010
País: Dinamarca, Suècia
Duración: 119 minuts
Género: Drama
Reparto: Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Ultrich Thomsen, Wiliam Johnk Nielsen, Markus Rygaard, Wil Johnson, Eddie Kihani, Emily Mglaya, Gabriel Muli, June Waweru
Música: Johan Söderqvist
Fotografía: Morten Soborg
Para citar este artículo: Moratalla TD. De otra manera. En un mundo mejor. bioètica & debat · 2012; 18(65): 26-27