¿Y si vivimos todos juntos? Cuestión de imaginación

Resumen

Hay mucho cine, más del que uno cree, que tiene como tema la vejez. A veces podemos llegar a pensar que se ha convertido en un género cinematográfico, como puede ser el cine carcelario, el cine para adolescentes o el cine de terror. El problema es que cuando llegamos al género se corre el riesgo, necesariamente, de caer en los tópicos  Esta película, a pesar de los tópicos, nos propone pensar en cómo vivimos, en como vayamos haciendo la vida.

Publicado
22 | 12 | 2022
Tomás Domingo Moratalla

Profesor de Filosofía. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

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Cine

Un buen ramillete de películas podría servirnos a tal fin. Pienso en la entrañable película Elsa y Fred (2005), de dos “jóvenes” de ochenta años que encuentran el amor; en Lejos de ella (2006), la dura película que refleja la realidad del Alzheimer con el trasfondo de la vida en una residencia de mayores; en El Week-end (2013), donde una pareja de profesores jubilados intentan revitalizar su matrimonio viajando a París, o en la más reciente La juventud (2015), una buena y bella película sobre la posibilidad de seguir haciendo posibles proyectos y sueños. Y tantas otras. No voy a proponer la mejor película estéticamente hablando, ni la más emocionante narrativamente, ni la más ilustrativa desde el punto de vista pedagógico. Pero sí contiene algo de buen cine, emociona y, sobre todo, nos cuenta una historia que nos pone a pensar. Quisiera detenerme en la película francesa ¿Y si vivimos todos juntos? (2011). Como digo, no es una gran película, no pasará a la historia del cine, pero sí nos puede servir para pensar nuestra vida -cómo la vamos viviendo-, al hilo de su trama, de sus pequeños episodios. No me interesa tanto que nos fijemos en lo que cuenta, sino en la pregunta a la que intenta responder: cómo hacemos y rehacemos nuestra vida conforme la vamos “cumpliendo”, la vamos viviendo, y qué cuestionamiento hacemos o podemos hacer de los modelos de vida que nos propone nuestra sociedad o nuestra cultura cuando vamos cumpliendo años, ya sea la residencia, ya sea un cuidador o ya sea nuestra familia. Como digo, no me interesan tanto las respuestas como las preguntas.

La película nos cuenta los avatares de unos amigos que comparten amistad desde hace más de cuarenta años y van llegando a la “tercera edad”. Recuerdan y rememoran otras épocas, han sido grandes profesionales, grandes hombres y mujeres, y ahora parece que solo son una carga, olvidados por hijos y nietos. Sobre ellos merodea el traslado a una residencia, la cual es vista como el peor de los males y símbolo de todos los declives. Pero ante esto que se les viene encima reaccionan, se rebelan. Y se plantean: ¿por qué no vivimos juntos? Quizás sea una locura, pero entre todos pueden ayudarse; lo que uno no hace lo puede hacer el otro. Y cuentan además con un cuidador, un joven etnólogo que incluso va a cambiar su tema de tesis en contacto con ellos: pasará a estudiar la vejez en la cultura europea, para lo cual vivirá con ellos, y desde dentro será partícipe de aventuras y desventuras.

La película cuenta con un reparto excepcional. Son actores de los que me atrevo a decir que han envejecido con nosotros, o nos hemos hecho “viejos” con ellos. Muchos de ellos, de ellas, llenarían páginas de la historia del cine. También el más joven tiene una carrera portentosa.

Este es el escenario en el que nos encontramos, en el que nos pone el director. Como digo, no es una gran película, pero tiene el tino de situarnos en medio de una realidad que nos afecta a todos. De entrada, puede parecer solo una película amable, “cariñosa” -tirando a ñoña, me atrevería a decir-, pero su ritmo pausado y alegre a la vez, con sus gestos y sus brillantes diálogos, hace que pase de los tópicos y de lo previsible, de lo banal, a una película con mordiente, revulsiva, crítica.

Su gran tema es la vejez, cómo vivir la vejez, sin saber muy bien ni qué es la vejez ni que es la vida. Una gran cantidad de temas se entretejen: la amistad, el amor, el sexo -de especial relevancia en la trama de la película, en la trama de la vida-, las relaciones con los hijos, con los nietos, etc. Y junto a estos temas afloran sentimientos y emociones que la historia nos comunica pausadamente, con sabiduría: el miedo a envejecer, miedo a la soledad, a la muerte, y, al mismo tiempo, el gusto por la vida, las ilusiones que laten en cada uno, en todos. Y nosotros, espectadores, asistimos a este “espectáculo” de humanidad, y el director logra que lo hagamos desde dentro, y este es un mérito de la película. Hace que veamos a estos “viejos” amigos no solo desde nuestros ojos, sino también desde los ojos de un “extraño”, del joven que los observa, y nosotros observamos al observador y nos sentimos también observados y observadores.

Hay muchas situaciones divertidas, llenas de cotidianidad, realismo y, sobre todo, ternura. Sin ánimo de exhaustividad destacaría tan solo un conjunto de momentos que tienen que ver con la instalación de una piscina en la casa en la que vivirán todos juntos. La piscina ocupará el huerto en el que se entretenía uno de los mayores, y se construirá como aliciente para que los nietos acudan a ver a los abuelos. Y veremos a lo largo de la película cómo la piscina se convierte en lugar de encuentro y desencuentros.

La película, esta historia, más allá de sus temas y situaciones, responde a un miedo que planea en torno a los protagonistas: el miedo a vivir en una residencia

La película, esta historia, más allá de sus temas y situaciones, responde a un miedo que planea en torno a los protagonistas: el miedo a vivir en una residencia. El asunto de la residencia aparece pocas veces: solo una vez, cuando uno de ellos es llevado a una en una ocasión y los amigos acuden a rescatarlo. Casi no se nombra, pero es el gran protagonista. ¿Qué hacer, cómo hacer, para no ir a una residencia? Ir a una residencia se ve como lo normal, lo habitual, lo que hay que hacer. Nuestros protagonistas se rebelan contra esto, son unos insumisos de esta normalidad. Lo que ellos rechazan, y nos pone a pensar a todos, es en realidad una forma de vida la cual, en su imaginario, simboliza la muerte, el declive y la falta de ilusión. Frente a ello: la reivindicación de una forma de vida alternativa. Y lo que hacen es plantear la manera de vivir que ellos realmente quieren. Desde la película, la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿cómo las residencias pueden ofrecer esa forma de vida que podemos querer? Se trata así de cuestionar el imaginario social negativo en torno a las “residencias de mayores”.

Desde la película, la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿cómo las residencias pueden ofrecer esa forma de vida que podemos querer? Se trata así de cuestionar el imaginario social negativo en torno a las “residencias de mayores”

Si bien la película rezuma cierta ingenuidad y respuestas previsibles, sin embargo, laten en ella grandes preguntas que no pueden dejarnos indiferentes. Es una película que “bien vista” puede ser muy incisiva; se plantea sin moralismos, sin ánimo de convencer a nadie de nada, y así hace que nos planteemos cuestiones importantes que giran no tanto sobre cómo queremos morir, sino cómo queremos vivir. Cine entretenido y ligero, y, pese a todo, nos hace un guiño crítico que nos deja un sabor agridulce.

¿Cómo vivir? ¿Cómo responder ante lo que no nos gusta? Decir “no” es solo una parte de la respuesta, la otra nos la ofrece esta historia: hay que proponer algo y el ingrediente esencial para ello es la imaginación. A la hora de organizar nuestra vida y nuestra salud (enfermedad), o la de nuestros seres queridos, debemos contar con muchas cosas, es cierto, pero siempre necesitaremos, como pone de relieve la película, una buena dosis de ilusión y de imaginación.

Título original: Et si on vivait tous ensemble?

Año: 2011

Duración: 97 min.

País: Francia

Director: Stéphane Robelin

Guionista: Stéphane Robelin

Reparto: Guy Bedos, Daniel Brühl, Geraldine Chaplin, Jane Fonda, Claude Rich, Pierre Richard, Bernard Malaka, Camino Texeira, Gwendoline Hamon, Gustave Kervern, Shemss Audat.

Género: Comedia dramática.

Para citar este artículo: Domingo-Moratalla, T. ¿I si vivimos juntos? Cuestión de imaginación. Bioètica & debat. 2020; 26(88): 26-27