Ponernos en situación. Estallido

Publicado
21 | 3 | 2024
Tomás Domingo Moratalla

Professor de Filosofia. Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED)

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Outbreak

Un pensador como Hans Jonas llegó a proponer como “motor” de la responsabilidad en nuestra época lo que él llamó “heurística del miedo”. El miedo nos mueve, nos motiva, nos pone en marcha; hace que reaccionemos y que seamos más prudentes. Pues bien, el cine es un maestro en contar magníficamente el miedo, mostrarlo

Una pregunta frecuente en los cursos de ética, en libros o manuales es por qué ser morales, es decir, qué es lo que nos empuja y nos mueve a un comportamiento que podríamos calificar, sin más precisión, como moral. ¿Cuál es la motivación de la vida moral? ¿Ayudamos a los otros, por ejemplo, por simpatía, por amor, por la búsqueda de una sociedad más humana, por sentirnos mejor, por obtener mejores resultados, porque así lo quiere Dios? La pandemia del ébola ha puesto de manifiesto, en buena parte de nuestra sociedad occidental, que una de las motivaciones más fuertes en la vida moral, incluso del comportamiento humano en general, es el miedo. Eso que pasa allí puede pasar aquí; en una sociedad globalizada las fronteras se difuminan y los peligros no se pueden controlar. Un pensador como Hans Jonas llegó a proponer como “motor” de la responsabilidad en nuestra época lo que él llamó “heurística del miedo”. El miedo nos mueve, nos motiva, nos pone en marcha; hace que reaccionemos y que seamos más prudentes. Pues bien, el cine es un maestro en contar magníficamente el miedo, mostrarlo.

El cine, arte de presencias, ha sabido presentarnos catástrofes, epidemias o desastres… a cierta distancia. Nos ha hecho que sintamos la emoción, el riesgo y el miedo, sin movernos de nuestra ciudad, sin movernos de nuestra casa. Sin embargo, a pesar de la distancia de la pantalla, el cine nos permite ponernos en situación, una situación que puede ser lejana, improbable, pero que puede ser la nuestra, que puede suceder. La narración cinematográfica nos puede hacer ver lo improbable como posible; puede ayudar incluso a ponernos en lo peor, y así puede ser un buen laboratorio para pensar las crisis, los desastres o las epidemias. A lo mejor nunca hemos estado en situaciones críticas, de catástrofes, pero vernos en esa situación puede ser un buen aprendizaje y llevarnos a pensar: qué pasaría si…, qué haría yo en esa situación…, qué habría que hacer en ese caso...

El virus del ébola también se propagó en el cine, sobre todo a mediados de los años noventa, cuando apareció un fuerte brote de ébola en África. Fueron varias la películas: “Ebola Syndrome” (1996), “Operación ébola” (1997), “Alerta en alta mar” (1998) o “Alerta ébola” (2001) y algún puñado más de películas, que, si bien no se centraban en el ébola, sí hacían referencia a desastres epidemiológicos, contagios, etc. Ninguna de ellas pasará a la historia del cine. Quizás de entre todas ellas habría que destacar la película “Estallido” (1995); acudir a ella puede ser un buen recurso para pensar, y ponernos en situación, sobre algunas cosas que hemos visto últimamente en nuestro entorno sobre el ébola, o que podríamos volver a ver.

La película nos cuenta cómo el ejército norteamericano ocultó el virus “motaba” (nombre “cinematográfico” del ébola en esta película) que había aparecido en un campamento militar en el Zaire en los años sesenta. Sin embargo, un grupo de monos era portador del virus, y uno de ellos iba a ser llevado, ya en los años noventa, a Estados Unidos. Este pequeño mono iba a desatar un progresivo contagio, ya en humanos. La trama de la película gira en torno a la escalada de la enfermedad en una pequeña ciudad norteamericana y los esfuerzos por acabar con ella, unos muy razonables, llevados a cabo por médicos e investigadores, y otros no tan razonables, aunque sí más drásticos, por el poder militar. La película es interesante, aunque el buen planteamiento inicial se diluye en una inverosímil trama que hace que pierda credibilidad. La película cuenta con un magnífico elenco de actores que compensa, en buena medida, la debilidad de la trama. Tuvo bastante éxito en Estados Unidos; incluso la película fue el origen de la expresión “outbreak monkey” (inglés americano coloquial) para referirse a aquella persona que a pesar de tener una enfermedad contagiosa no rehúye el contacto con los demás y acude a su trabajo, por ejemplo, con toda normalidad.

El gran valor de la película, desde un punto de vista ético y reflexivo, es el de servirnos de ilustración de algunas cuestiones de gran importancia que tenemos que pensar en nuestros propios contextos y a la altura de nuestra época

El gran valor de la película, desde un punto de vista ético y reflexivo, es el de servirnos de ilustración de algunas cuestiones de gran importancia que tenemos que pensar en nuestros propios contextos y a la altura de nuestra época. En primer lugar, hay muchos ejemplos de la forma de tomar decisiones en situaciones difíciles cuando el tiempo es un factor decisivo. En segundo lugar, toda la película se nutre de las relaciones difíciles entre los diferentes poderes enfrentados: los medios de comunicación, los médicos e investigadores, el poder político y militar, etc. ¿Qué hacer cuando hay conflicto de intereses? ¿Es lícita la mentira a la población en aras de un bien general? ¿Se puede justificar el secretismo político y militar? Y en tercer lugar, la película nos ofrece de una manera un tanto didáctica y quizás demasiado simple, pero que merece la pena tener en cuenta, las posibles formas de contagio de un virus o la necesaria precaución a la hora ponerse y quitarse un traje de seguridad.

Más allá de la ilustración de temas y cuestiones, esta película tiene el mérito reflexivo de ponernos a pensar sobre la importancia de la imaginación para hacer frente a situaciones de crisis y de gran complejidad

Más allá de la ilustración de temas y cuestiones, esta película tiene el mérito reflexivo de ponernos a pensar sobre la importancia de la imaginación para hacer frente a situaciones de crisis y de gran complejidad. Vemos gran cantidad de reacciones ante situaciones que provoca la epidemia, de unos y otros; gracias a la película podemos “ponernos en situación” y anticipar mentalmente cómo habría que reaccionar; viendo la película, y analizándola, podemos aprender formas más correctas de reaccionar ante los problemas. La imaginación cinematográfica puede ser un buen laboratorio de experimentación. Muchas son las referencias también a la necesidad de “imaginar lo peor”, “seguir los peores presentimientos”, “imaginar los pronósticos más desfavorables”. Además, la imaginación juega en la película un doble papel muy importante que conviene subrayar. Por un lado, es la imaginación la que posibilita que no solo se vean casos, enfermos, números, sino personas; que no solo se vean enfermedades teóricas, sino enfermos reales, gente sufriendo (un personaje llega a decir: “No son solo estadísticas, son de carne y hueso”). Y por otro, es la imaginación de esos rostros, de esas personas que sufren, de esas consecuencias posibles de nuestras acciones, las que pueden hacer, incluso, que desobedezcamos las órdenes (como ocurre al final de la película). La búsqueda de la acción correcta, autónoma, pasa por el ejercicio de la imaginación y la justa empatía.

Ponernos en situación, gracias al trabajo de la imaginación, puede ser una manera de fomentar la prudencia, no una prudencia timorata, sino una prudencia que busca la acción más conveniente, la acción justa y oportuna. La falta de imaginación, prudencia y responsabilidad en nuestra sociedad –en nuestros políticos, profesionales, etc.– puede ser casi tan grave como un virus –salvando las distancias–. Y también provoca miedo.


Ficha técnica:

Título: Estallido (original: Outbreak)

Año: 1995

Duración: 127 minutos

País: Estados Unidos

Director: Wolfgang Petersen

Reparto: Dustin Hoffman, Rene Russo, Morgan Freeman, Kevin Spacey, Cuba Gooding Jr., Donald Sutherland, J.T. Walsh, Patrick Dempsey, Zakes Mokae, Malick Bowens, Dale Dye

Género: Drama
 

Para citar este artículo: Domingo-Moratalla, Ponernos en situación. Estallido. Bioètica & debat. 2014 20(73): 26-27